viernes, 2 de agosto de 2013

Reconstrucción. Cuaderno de viaje, Santiago de Compostela

En estos momentos estaré de vacaciones precisamente en Santiago de Compostela, ciudad que además necesita ahora un apoyo adicional. Buena ocasión para recordar lo que viví hace un año y compararlo luego con la actualidad, en cuanto regrese y me ponga a ello. Porque algunos pasos se repetirán y otros cubrirán lo que quedó por andar. He ajustado un par de párrafos que ya no tenían sentido ahora pero mantengo y sostengo el resto de lo escrito. Esto sucedía hace un año, ¿y ahora? Hola, Santiago, ya estoy aquí otra vez. ¿Qué tenemos que decirnos?


[...]
Santiago es una de “mis” ciudades, de las que tengo en la intimidad, de las que vivo, no visito, a las que me une una relación humanizada, como si de personas se tratara; puedo amarla, podemos discutir, enfadarnos quizá, nos reconciliaremos con seguridad. Y conste que, al igual que las personas, no son muchas las ciudades que tienen la capacidad de llegarme tan adentro.

Muchas circunstancias adversas, cierto. Ola de calor, con dos días de temperaturas muy altas, para mí, que considero desagradable lo que pase escasamente de veinte grados. Después -así es Galicia- dos días con lluvia molesta para deambular por ahí. Un alojamiento deteriorado por el paso del tiempo y la falta de presupuesto, incomodidad para dormir. Gente, mucha, muchísima; muchísima para mí, que soy un poco misántropo. ¿Y qué? Pues que no me importó, que nada pudo quitarme la ilusión de vivir Santiago otra vez durante una semana.

Pasear sin rumbo por el casco histórico, esquivando la corriente humana. Volver a fijarme en los rincones menores, los que no saldrán en los folletos de turismo. Comer, beber, ¿amar? También, que la pasión tiene muchos nombres.

Museos, monumentos singulares o menores, exposiciones. Volver empapado de Eugenio Granell, de cuanto le están dedicando a su centenario. Dudar, dudar mucho tras visitar la Cidade da Cultura, proyecto muy pensado en el que creo que la razón falló al pasar de un sueño plástico al uso, que costará que tenga vida como su gemela ciudad vieja tiene de sobra.

Comer. Acio, A Tafona, Pedro Roca, Casa Marcelo. Los previstos, ya probados y seguros o sorpresa grata; todos ellos tendrán su monográfico, su espacio propio en este blog de gastronomía al fin y al cabo. No hubo ocasión para Abastos 2.0, sólo para tomar una caña y un aperitivo allí en compañía de J.L. Louzán, amigo y compañero de afición en esto de los blogs sobre comer y beber. También la experiencia menos buena de Garum, con demoras entre platos demasiado amplias, con temperaturas fallidas… No voy a juzgar por  una sola visita, de todos modos. Aparte, los aperitivos abundantes, el buen aspecto de las propuestas de Kunsthalle, aunque no llegué a probarlas, magdalenas o chocolate de Doce, helados de El Coral…

Beber. [...] Este párrafo requería tanta revisión que lo omito. Qué rápido cambia el mundo del vino. Hoy mismo lo revisaré con un amigo que lo conoce bien y podré después dejar un "estado de la cuestión" actualizado. Hablaba entonces de la riqueza de Descorche y de la decadencia de lo que había sido un buen sitio, A viña de Xabi. Hoy se han invertido esos términos por una serie de cambios en la gerencia de los locales, algo que tengo que probar cuanto antes. Citaba también el fondo de bodega de Casa Pepe. Quizá es la que mejor se mantiene pero también nota la merma de ventas y lo refleja en menor audacia. En fin, veremos qué más.

Amar. Dejar libre la pasión por un paisaje, por una piedra que retiene la vida desde hace siglos. Buscar esos refugios nocturnos con una música que me diga algo. Pensar, soñar. Encontrarme por puro azar con conocidos, con amigos. Aislarme para ajustar cuentas conmigo mismo, y a la vez mantener un hilo digital (alguna vez la tecnología me aporta ese calor) de conexión con mi gente. Recordar otras visitas, con otra gente. Recordar lo que pudo haber sido pero sin nostalgia, con las ganas puestas en lo que todavía puede ser.

Días intensos, muchas buenas experiencias que ya van camino del recuerdo. Poco a poco contaré más detalles de algunas, de las que atañen a la buena mesa, más lo que de paso pueda venir a cuento.

Apuré la copa hasta el fondo, hasta el último momento. En el monte Gaiás, frente a una naturaleza crispada, firme en aquella tierra, la cara al viento y bajo la lluvia, el fuego son mis propias ideas y sentimientos, te miré desafiante y te propuse un trato, te pedí una cosa. Yo empeñé mi palabra. Ahora recuerda que me debes algo, ciudad, monte, magia.

3 comentarios:

  1. Esperamos ansiosos tus nuevas experiencias. :-)

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  2. Cuando vuelvas a Santiago si quieres te digo a dónde tienes que ir obligatoriamente, sitios que no pisa el turista, donde comer bien bien sin ser carísimo.tiendamamapata@gmail.com. Saludos desde Santiago.

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    1. Gracias, Mamá Pata, por pasarte por aquí y por el ofrecimiento. Siempre es bueno tener más información.

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