Ca Suso me parece uno de los restaurantes más agradables de Oviedo en este momento, un sitio donde todavía se apuesta por la creatividad, por alguna innovación, por divertirse, jugar con platos y recetas, darle vueltas al producto, pero todo con una gran sensatez, con respeto, con medida. La casa de los hermanos Fernández Feito lleva ya varios años ofreciendo, de manera discreta, grandes comidas a sus clientes. Grandes o pequeñas, según la gana, el tiempo, el presupuesto... Pero gratas suelen ser. Han sabido adaptarse y ofrecer fórmulas de menú más baratas para no caer en un bache en estos tiempos, pero esas fórmulas tienen el sello de siempre, no desmerecen. Para terminar esta introducción quiero decir que, en mi opinión, la cocina bien asentada y amable de Iván F. Feito, base del restaurante, ha crecido y ganado ambición al incorporarse a ella Adrián Mancheño, estupendo profesional con buenas ideas. Siempre lo digo y aquí no iba a ser menos.
Además de su carta y sus diversos menús, más algunas jornadas especiales, hace ya tiempo que organizan citas -cenas, normalmente- en torno a algo singular, casi siempre una bodega que desea presentar sus vinos. Se prepara un menú ajustado a ellos y se cuenta con alguien de la misma para describirlos. Este es el caso que nos ocupa, la cena propuesta ayer mismo para tres vinos de Abadía Retuerta.
Tras las presentaciones, una breve historia de la bodega y unos aperitivos (gazpacho de fresa y croquetas fluidas de queso) llegó su Selección especial 2009 que se tenía que entender con este arroz con pulpo y oricios. De los vinos acabaría siendo el más equilibrado para mi gusto, el más versátil, sin pretensiones pero agradable. Con fruta, sin aristas, con buena respuesta en el consumo inmediato.
El plato, soberbio. Arroz en su punto (tan infrecuente en Asturias, por desgracia) y con una potencia de sabor que sorprendía y cautivaba. Todo sabores intensos pero ninguno desentonaba o se apoderaba de los demás. Repetiría ese arroz infinitas veces.
El Pago Garduña 2010, monovarietal de syrah, a mí me resulto excesivo, desmesurado, una nariz demasiado penetrante. Cierto que había notas florales nítidas, fruta negra, evocación de tinta, chocolate... Pero algo le sobraba, algo lo hacía demasiado punzante.
Este bacalao con chosco y berza sobre caldo de cocido a la menta jugaba al despiste. El bacalao se deshacía, jugoso, medido. El caldo era intenso pero quedaba suavizado por los guisantes y refrescado por la menta. Y el chosco y la berza, picados, casi escondidos debajo, daban un puñetazo de sabor sobre la mesa para que nadie se durmiese ni se llamase a engaño. Señor plato, sin duda.
El tercer vino era el Pago Valdebellón 2009, también monovarietal pero de cabernet sauvignon. Una nariz más contenida que la de su antecesor, un paso quizá más calmado, más amable, pero esa nota dominante de pimiento verde de la cabernet... No estaba verde, no era un defecto serio, pero por potenciar la característica de la variedad tapaba a otras cosas.
Vamos llegando al final, con el cochinillo sobre jugo especiado, helado de castaña, manzana y apionabo. Aquí hay menos intenciones ocultas que en el plato anterior, todo está a la vista. Una carne suave, untuosa, que se va dejando querer por acompañantes delicados, sin levantar nadie la voz, como si buscaran el sosiego para el fin de la velada. Confortable, si se puede definir así un plato.
Antes de seguir quiero matizar una cosa. Aunque los dos vinos "grandes" de la noche a mí no me convenciesen, hablo aquí desde mi gusto personal, claro, porque estoy seguro de que tienen su público, su buena respuesta comercial, si acaso perjudicada por el precio. De hecho, gente que me acompañaba valoró bien uno u otro. Quizá muy distintos, casi antitéticos, no obstante creo que la mayoría allí disfrutó con dos al menos de los tres. Casi seguro que el primero y otro, este en función del gusto de cada cual.
Ha pasado el tiempo rápido, disfrutando de aquellos platos, y todavía nos espera un final dulce a la altura de lo demás, la torrija con helado de crema. Sencillez, sabores reconocibles, no se debe agitar al paladar, a la memoria gustativa a esas horas, calma. Una vez más lo habéis conseguido, me habéis ofrecido un menú excelente pero sobre todo me siento como en casa. Como siempre.