lunes, 15 de abril de 2013

Y la tierra de Canarias viajó en botella hasta Gijón


El pasado sábado ya tenía la agenda de la mañana completa. Después de otra afición ajena a esta tocaba ir a Gijón, con calma, disfrutando del primer día de verdadera primavera cantábrica. Bueno, la calma no fue tanta, que siempre me las arreglo para ir justo de tiempo, pero llegué. Llegué a la Tienda de Vino donde Germán Robles Blanco nos tenía preparadas unas botellas para compartir, más que una cata. Sí, porque él tampoco había probado la mayoría de los vinos, vinos difíciles de conseguir además.

Pequeño grupo, ambiente distendido, café para arrancar, que parecía que (casi) todos llegábamos con el viernes pegado a la ropa... La sesión se centraba en una bodega, Suertes del Marqués, en el Valle de la Orotava. Como contraste, dos vinos de Cráter, Tacoronte-Acentejo, y un tesoro dulce. Pero cada cosa a su tiempo.

Empezamos con este Vidonia, mayoría de listán blanco, seis meses en barricas usadas de 500 litros, 13 %. Mostraba madurez que enseguida dejaba el protagonismo a la fruta blanca. Acidez, peso en boca, una agradable sorpresa. A medida que pasó el tiempo, mientras seguíamos probando los demás, su nariz desplegaba más matices, se abría gratamente. Su boca fue más generosa desde el primer momento y luego ya no evolucionó tanto. Sin duda es un vino interesante, singular, un buen vino, pero fuimos algo injustos con él, eclipsado como único blanco (seco) entre tanto tinto sugerente. Debo corregir ese error y reivindicarlo.

El siguiente fue 7 Fuentes 2011, su vino más accesible, con mayoría de listán negra y algo de tintilla. Muy poca capa. Una nota "de cerilla apagada", azufrado. Especiado, con dominio de la pimienta. Frutos rojos casi licorosos. Buena acidez, paso fácil. De algún modo fue la carta de presentación del conjunto porque mostró rasgos que se repetirían, lo que nos lleva a pensar que esa es la expresión del terruño.

 
El Esquilón 2011 tiene más o menos la misma composición varietal pero procede de un viñedo concreto, no de varias parcelas. Quizá un poco más de capa, nariz algo más parca. Menos pimienta, una nota cárnica. Ataque más suave pero más cuerpo, buena boca. A medida que avanzamos les cuesta más abrirse (¿poca botella aún?) pero aportan más complejidad. Nos van sorprendiendo, especialmente porque ni uno ha fallado, ninguna decepción. Cada uno en su estilo, en su sitio, pero todos agradables.
Un aspecto útil es que la web de la bodega es buena, muy detallada. Allí podéis ver composición, suelos, elaboración, todos los detalles que queráis.

Momento de abrir El Ciruelo 2011. Voy a ahorraros las bromas a que dio lugar el nombre a medida que los gustos se fueron decantando. El vino, que es lo que me interesa, es mayoría de listán negra de cepas muy viejas, a pie franco.Vuelve la poca capa y un ribete anaranjado incluso. Arranca algo cerrado aunque enseguida sale la característica nariz especiada. Fruta negra muy presente. Fino, noble, con volumen. Fue otro de los que mejor evolución tuvo en la copa a lo largo de las dos horas de cata.
Los Pasitos 2011, baboso negro pisado a pie, se mostró más amable de entrada. Nariz más frutal, menos especiada. También más cálido, con un punto casi dulce. Elegante en todo caso, no es una calidez pesada. 

El contraste principal, no obstante, nos lo mostró Candio 2010. Este vino sólo se hará si alguna parcela muestra un comportamiento excepcional; esta es su segunda añada. Aquí estamos ante listán negra de la parcela El Barranco. Hay más barrica y más pequeña, con lo que la madera se hace más presente. Es un vino con más extracción; presenta más capa, es más cálido, se perciben notas tostadas. También es el más armado, el de estructura más fuerte de todos. Diría que es un vino donde la proporción entre terroir y elaboración se inclina hacia la segunda. Aunque me gustó me dejó una sensación más conocida, algo más convencional, carecía de la singularidad de los anteriores.

Cambio de bodega y de zona: Cráter 2010, listán negra más un poco de negramoll, seis meses de barrica nueva. Capa media-alta. Algo reducido. Carnoso, notas de ahumados. Le reprocho demasiada madera y un perfil también más convencional, aunque este cambio de estilo al final puede perjudicar la valoración de estos últimos vinos por fatiga. Le pongo yo mismo la cautela a mi comentario.

Y por último, Magma 2008, negramoll y syrah, siete meses en roble francés. Capa profunda. Notas animales y de salazón. Puede haber buen material ahí, no sé, pero este sí que fue el "ausente" de la cata. Obviamente desfavorecido por ser el último, además, no se abrió en absoluto. Quizá con tiempo suficiente -mucho, intuyo- sería otra cosa pero esta vez no fue así. De todos modos anoto la misma reserva sobre mi propia opinión que en el caso anterior.


Para finalizar nuestro viaje imaginario fuimos hasta Lanzarote y nos envolvimos en malvasía con un Canari de El Grifo. 

Esta exquisitez (sí, lo adelanto, lo es, o nos lo pareció a todos) es una mezcla de viejas malvasías dulces de 1956, 1970 y 1997. Dulce, sin duda. Enseguida a algunos les recordó a un Madeira. Dulce, sí, pero no sólo. Acidez impresionante, comedida pero firme. Punto salino incluso. Elementos peculiares que doman el dulzor y que le dan su personalidad única. Ese color ambar tan limpio precedía a notas de miel y de yema tostada. El recuerdo de los frutos secos también estaba allí. Un final que nos supo a poco.
Por resumir de algún modo y acabar, fue una ronda de vinos (no quiero llamarla cata, me resisto) estupenda, sin fallos, con descubrimientos, de vinos con personalidad, distintos, llamativos, sugerentes. De vinos que apetecen. A la hora casi siempre injusta de puro subjetiva de repartir aplausos, pido uno para el Vidonia porque quedó ahí tapado pero tiene méritos de sobra. Pido una ovación para este impresionante Canari con el que terminamos, uno de los pocos dulces que me roba el corazón por todo lo demás que tiene. Y doy mi premio ex aequo a El Esquilón, de rápida entrega, de respuesta inmediata, y a El Ciruelo, más reservado pero de mayor recorrido. Lo único que voy a lamentar es que son tan difíciles de conseguir...





 


14 comentarios:

  1. ¿Os tomásteis un café y luego los vinos?. Frikis es llamaros poco. :-) :-) :-)

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  2. Y ese Canari de El Grifo a mi no me emocionó la última vez que lo probé. Bueno, sí, pero le falta algo.

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  3. Dificiles los canarios fuera de las islas de conseguir, si señor. en restaurante solo recuerdo el Abrelatas de La Pola que tienen un Bermejo blanco (a mi me gusta mucho, por cierto). Despues ya a tiendas especializadas y....con suerte.
    Son vinos que en general me gustan. Pongo el pero de la bodega El Grifo,este no lo probe nunca, pero dire que sus blancos secos de malvasia, no me parecen nada del otro mundo. Faciles de paso, pero no se....

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  4. Toni, la cata era a las 12:00 de un sábado. Eso no puntúa como friki, es necesidad.

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    1. No si ya me lo imaginaba. El llamaros frikis tiene motivo doble: por beber los vinos después de un café y por hacer una cata a las 12 de la mañana. :-) :-) :-)

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  5. Fartón, este dulce -y a mí, que en general no me gustan- me parece bastante mejor que sus blancos secos, es otra cosa. Por supuesto y como siempre, cuestión de gustos. Ahí tienes a Toni, que sí es devoto de los vinos dulces y opina otra cosa.

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  6. Añado una nota complementaria. Me informa la bodega Suertes del Marqués a través de twitter que en adelante Candio se elaborará regularmente y siempre de esa parcela, El Barranco. Pues anotado queda.

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  7. Y también a través de twitter di ayer con un blog que incorporo a mis enlaces, Diario de una camarera. Punto de vista desde otro lado, no desde el cliente o la empresa, la hostelería como sector, sino como trabajo. Era lógico que lo incorporase, ¿no?

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  8. Tremendos vinos los de Roberto. El lunes tuve ocasión de conocerle y catarlos. Frescura atlántica, tipicidad y sobre todo mucha coherencia. Me quedo, sobre todo, con El Ciruelo y Los Pasitos, excepcional bastardo que me gustaría volver a catar junto con el de JL Mateo.

    Aunque al principio me tiró un poco para atrás el precio, tiene lógica si piensas en la forma de hacer viticultura y, sobre todo, en la barbaridad que -por cuestiones de turismo- cuesta una hectárea allí.

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  9. Pocos días antes de esta cata tuve la oportunidad de probar 7 Fuentes 2010 y no solo me sorprendió sino que me gustó mucho. Con esa carta de presentación apetece probarlo todo. Según lo probé me fui a borgoña - sin comparaciones-.
    Vinos así ayudan a reconcialiarse con el gusto por beber y abandonar el aburrimiento. Espero probar en breve el Esquilón 11 pero al que le tengo ganas es al baboso negro.

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  10. Mariano, a veces por atlántico apuntamos sólo a Galicia y olvidamos que Canarias es pleno Atlántico. Estoy de acuerdo con esos tres rasgos que les señalas.

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  11. Sibarita, el parecido existe: poca capa, nota mineral...
    A mí al menos también me vacunaron contra el aburrimiento. Aprovecha ahora las escasas botellas que hay de los dos que te interesan.

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  12. Hoy, en El Viajero de El País, Capel hace una elogiosa crítica de El Corral del Indianu.

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  13. Toni, estoy seguro de que Capel ha comido estupendamente y ha sido muy bien atendido allí.

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