Esta va a ser una serie especial de artículos recuperados. Después del desdichado "enigma" informático que eliminó seis meses de publicaciones -por mi inexperiencia con estos medios, también- sólo puedo rescatar tres textos de los primeros. No les daré mucho tiempo de exposición puesto que son antiguos y ya estuvieron publicados, pero me apetece que queden aquí, junto a sus sucesores. Este primero nace de un viaje al final de la primavera pasada y se publicó en verano, como queda anotado. Se centra en la bodega Artuke, y no viene mal ahora que sus vinos ya se distribuyen en Asturias.
Pido disculpas si a alguien (con buena memoria) se le hace pesado volverlo a ver.
Gastroerrante, 13
de julio de 2012
La Rioja, una
bodega y un museo: Artuke y Dinastía Vivanco
Si
se viaja por La Rioja y uno es aficionado al vino parece obligado visitar una
bodega. Si acaso la duda es cuál, y más bien me refiero a una elección por el
tipo de trabajo que se hace allí, por el vino que se quiere y se busca. Visitar
grandes bodegas es fácil, suelen tener sus programas de acogida y guía ya
organizados, pero yo quería acercarme más, conocer a un elaborador y sus
proyectos, y eso llegó con la mediación de mi amigo y habitual de estos foros,
Sibaritastur, que me puso en contacto con Arturo, de Bodegas Artuke
(Baños de Ebro).
Bodegas
Artuke es una bodega familiar, voluntariamente limitada al tamaño que pueden
manejar entre dos hermanos para que todo, desde el suelo a la botella, esté
bajo su mirada. Con alguna adquisición reciente creo recordar que rondan las
veinte hectáreas sus terrenos, esos a los que dan la máxima importancia. Uno de
los primeros detalles que salió en la conversación fue precisamente que él
valoraba más el tipo de suelo que la edad del viñedo, que ahí es donde veía la clave
para encontrar el vino deseado. Procuran buscar altitud y suelos más bien
pobres y tienen la mayoría de sus tierras entre los 440 y los 660 metros,
aunque ya hay un proyecto en un lugar a algo más de 700. Este y la recuperación
de un viejo viñedo son sus últimos
planes puestos en marcha.
Pero
todo eso se tiene que justificar cuando abres una botella de vino y el
resultado te satisface, esa es la verdadera confirmación de tus ideas. Antes de
ir al campo, y mientras le dábamos tiempo a la tarde a caer y a refrescar un
poco, estuvimos en la bodega, la vimos, hablamos de sus vinos y los probamos.
Yo ya había tenido la oportunidad de beber alguno antes, no así mis amigos, y
allí cambiamos impresiones. Ahí convinimos que K4 o Finca
de los locos necesitan su tiempo en botella, bastante, o que al
seleccionado de maceración carbónica le viene muy bien un año de guarda; joven
prefiero a su hermano más sencillo pero con ese año se crece, mejora.
Destacamos en general mucha frescura, una fruta fragante, poco habitual en
Riojas de gran difusión. Curioso que vinos tan frescos y frutales pasen por
madera nueva, francesa toda. La conversación también tocó la biodinámica y
vimos a un viticultor que la sigue pero sin hacer de ello un sacerdocio, de una
manera bastante espontánea, o eso al menos me pareció. Nos contó algunos
experimentos con toneles de distintas capacidades, nos habló de uvas y
proporciones, nos dio buenas razones para cada elección; luego será el gusto de
cada cual el que lo avale.
Todavía
hoy, justo cuando escribo esto, me han llegado unas fotos -que ya circulan por
las redes sociales- con el antes y el después del viñedo en proceso de
recuperación. Espero que todos esos proyectos cuajen, porque me parecen
sensatos y porque me gustan esos vinos. Seguiremos su evolución.
Pero
si uno quiere ampliar esa afición, darle su dimensión cultural plena, hay más
cosas que tiene que conocer, que debe tener en cuenta. Alrededor del vino hay
historia, hay arte, hay artesanía y mucho trabajo, y un estupendo modo de
acercarse puede ser la visita al Museo
de la Cultura del Vino Dinastía
Vivanco, en Briones. Desde su exterior, con una colección
ampelográfica y paneles explicativos, ya vamos a encontrar mucha, muchísima
información. Sólo voy a referirme al museo como tal y a su aportación, sin
tener en cuenta otras consideraciones ahora. Dentro, en sus salas enormes,
vamos a poder hacer un recorrido temporal y temático por los distintos aspectos
que rodean al vino, sea el cultivo de la vid, el trabajo, la bodega, la
tonelería o las botellas, o detalles como una inmensa colección de sacacorchos.
Si se sigue su hilo y nos apoyamos en los elementos audiovisuales se pueden
aprender muchas cosas, sobre todo, quien se inicia en este tema. Es mi segunda
visita al mismo y las dos veces se me quedaron cortas las horas dedicadas. Si
se quiere aprovechar a fondo hay que contar con bastante tiempo, más del
recomendado por ellos, y hay que pensar que se acabará fatigado con tanta
información. Hay de todo allí, hay piezas artísticas sobre las que se puede
discutir si es el emplazamiento más adecuado este museo, pero mientras tanto
ahí las podremos disfrutar. Hay todo tipo de herramientas y accesorios de
distintos orígenes y momentos históricos. Hasta un llagar de sidra me encontré,
que tuvo que costar buen esfuerzo trasladarlo y montarlo. Siempre habrá
aspectos discutibles y la abundancia de público, que en principio es buena
noticia, puede dificultar apreciar los detalles, pero el balance global me parece
muy bueno, una visita aconsejable para cualquier aficionado y que cada cual se
beneficie de tal exposición con lo que más le atraiga.
Al
salir, después de dedicar el esfuerzo a tantos datos, puede uno relajarse en el
mismo Briones, pueblo con muchos encantos. Y aunque no sea el objeto de esta
crónica no quiero dejar de citar Los
Calaos, un buen sitio para comer allí. Cocina tradicional, sin
complicaciones, con buenas raciones y buen precio. Y con una carta de vinos que
mima las elaboraciones de la zona, algunas poco conocidas, sin gravarlas
demasiado.
En
suma, esto da para un día bien aprovechado en torno al vino.
Artuke es una pequeña gran bodega y viajar por el mundo del vino suele desatar narraciones encantadoras. Echo de menos pisar viña y el olor de las bodegas. Este verano procuraré dejarme caer por alguna.
ResponderEliminarSin duda fue un placer pisar aquellas tierras y ver los viñedos vivos, en recuperación o futuros. Gente muy honesta, con las cosas claras. Eso me parecieron.
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