domingo, 9 de febrero de 2014

Restaurante Arbidel (Ribadesella, Asturias)



Entonces era verano, todavía. Esta relación mía con el blog, errática, deja siempre tantos paréntesis... Da igual, ahora mismo me apetece hablar -escribir- sobre Arbidel y voy a hacerlo. Ya conocía el sitio, ya me gustaba, y no era el mejor momento para experimentar novedades ni para locales de gran afluencia, ni hablar, así que fue el elegido. Mi amiga no pasaba por una buena etapa y por lo mismo su humor no era óptimo, otra dificultad. Pues con todas estas condiciones nos sentamos en la terraza (sí, yo, en una terraza, escasa vez) de Arbidel.

Decidir para mí solo hubiese sido fácil pero aquel día tocaba compartir y acompañar, ya se sabe, en las duras y en las maduras. Algo complicado se lo pusimos al camarero con tanta pregunta, tanta precisión, tanta duda. Pero al final todo se resolvió en la mesa, en platos y copas, poco a poco la tensión se alivió y dio paso a bromas, risas, alegría. 

No sé qué influencia tuvo la comida, no me obsesiona. Lo que me queda en el recuerdo es que otra vez estuve a gusto en Ribadesella y otra vez estuve a gusto en Arbidel. Tortos con pantrucu (para otro día debería plantearme un artículo sobre la taxonomía de las morcillas y asimilados en el oriente de Asturias), pulpo, pescados de aquí... Los sabores fuertes y los productos frescos, directos. Comimos, bebimos, brindamos. También hablamos de la hostelería, de sus límites, del momento. Aunque esto casi lo he olvidado, ya estaba yo llegando a un umbral de saturación sobre ese asunto, mi relación con él y la proyección pública por estos medios, por un blog como este, por ejemplo. Mejor quedarse con otro sabor de boca.

Postres, regusto dulce, frescor. Un helado y galleta de pera con chocolate, muy buenos. Café, sobremesa, no habría paseo después, que lo impedía una lesión. Bien, aprovechamos el encuentro y la conversación, aprovechamos la comida y el vino, nos gustó. No sé en qué puesto de qué lista, ya no hago tales, pero me gustó, me gusta, ya me gustaba y lo confirmó. Si parece que me preocupa remarcar esto, si tanta insistencia da lugar a dudas es sólo porque entre aquel momento, agradable, y ahora, cuando escribo, una guía que siempre es polémica le dio un reconocimiento a este local y alguna gente desde entonces me ha preguntado, gente que posiblemente haya cambiado su opinión, su valoración. Yo no, yo la mantengo, la buena, la que ya tenía antes; esa discusión la abandono. Y sin embargo aquí me veo insistiendo demasiado en algo que no sería necesario, como para responderles. 

En fin, que salimos satisfechos, como esperaba, de uno de los sitios que me gusta en Ribadesella, de uno de mi lista personalísima de restaurantes asturianos, esos que sugiero al visitante que me pregunta. Me quedo con eso, que no es poco. Lo demás que lo discutan otros, yo me voy bajo la mirada vigilante de esa criatura que está en la puerta. Un placer.